Y miras por la ventana, y luce el sol.
En el Bilbao plomizo de las nubes grises
y las lluvias finas que calan la piel,
aún en ese Bilbao, hoy luce el sol.
Quizás, y digo sólo quizás,
si aprendemos a encontrar ese lugar de luz
que dentro de nosotros está en paz,
podemos hacer que hoy, y siempre,
luzca el sol.
Podemos hacer que hasta en el día más frío
y más oscuro del largo invierno,
hasta en la noche cerrada de negro silencio,
hasta en la cueva del alma,
luzca el sol.
Precioso!