Honestidad

Hace unos días, apareció en prensa una noticia para mí bastante curiosa: El Papa recomienda que los católicos no mientan en sus perfiles. Curiosa por varios motivos: por una parte, por la sugerencia de que la Iglesia acoge la sociedad digital (bastante más rápido que lo que ha venido acogiendo otras cosas ¿quizás porque no tiene más remedio?). También por toda la falsedad e incoherencia que se esconde a menudo tras la religiosidad (y lo digo desde mi experiencia cristiana). Por otra parte, me pregunto por qué, puestos a recomendar, no se lo recomienda a todo el mundo…

Y lo principal de mi reflexión va en esa dirección. En esta sociedad tan basada en la imagen por encima de la autenticidad, aprendemos desde la cuna a crear una fachada, un disfraz, que llevar por la vida, que proyecta la imagen con la que sentirnos seguros ante los demás (no necesariamente una imagen positiva: muchos se identifican con el victimismo, con la violencia, con la incapacidad. El caso es acogerse a una imagen en la que enquistarnos… a cambio de sentirnos seguros y reconocidos). El mundo internet favorece todo eso: podemos «construir» nuestra identidad digital, que no tiene que ser la misma que la física. Una oportunidad para la autenticidad, o una oportunidad para mentir todavía más…

Y me pregunto ¿Qué es más creativo, más esencial para mí? ¿Qué es mejor? ¿Qué me hará más feliz, más auténtico? ¿Alimentar mi disfraz o aprender a librarme de él?

He ido descubriendo que identificarme con ese disfraz me hace ser menos libre. También he descubierto que muchas personas prefieren sentirse seguras a ser libres.

En la travesía de mi segunda vida, encontré que la honestidad era tan importante para mí como la felicidad… y no, no es fácil. Pero me merece la pena.

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3 respuestas a Honestidad

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