Viven su vida,
moran ahora en un sitio,
y en otro luego.
Pasean de puntillas
a veces por camino,
a veces por el cielo.
Llegan en una tarde de primavera
a un lugar común,
lugar de encuentro.
Y se abren, y comparten.
Aún no conociéndose, se conocían.
Aún reconociéndose, se desconocían.
Y en el abrir los ojos y ver el corazón,
y en el abrir el corazón
y respirar el mismo aire,
aparecen las sincronías.
Y en el canto de un mantra
reverberan juntas,
surge poesía.
Y tu alma resuena con la mía,
y mi alma resuena con la tuya.
Y es que no es tuya, ni es mía.
En el dulce sentir de ese místico espacio
donde ni se inspira ni se expira,
las almas son una,
el ego se diluye,
el Universo se muestra
y es todo armonía.
[Gracias, amig@s viajer@s. Es hermoso reconoceros en el camino, y compartir una risa, una lágrima, un silencio y un suspiro.]