Creo que es la primera vez que me atrevo a un post de fútbol en mi blog. Y sin embargo, no va a ser mucho de fútbol. Más bien de un curioso fenómeno tan humano como deportivo, me atrevo a decir que único en la historia, llamado Barça.
Ha habido muchos equipos buenos, jugadores buenos, ídolos de masas… en los más de cien años en los que el fútbol ha sustituido al circo como opio del pueblo. Sin embargo, este Barça enamora. Y me apetece comentar lo que para mí es más diferencial, que no tiene nada que ver con los resultados, ni con las estrellas.
En primer lugar, el FCB es un equipo coral, solidario. No me imagino a Cristiano Ronaldo, a Maradona, ni siquiera a Pelé, jugando en este equipo. Obviamente todos los futbolistas de élite tienen el ego (y la cuenta corriente) elevado. Pero dentro de unos límites. En este equipo no cabe un «todos a mi servicio». Hasta el mejor futbolista del mundo aquí se tiene que avenir a la humildad de «brillo gracias a mis compañeros». Será por eso que es bajito y hasta tímido.
Por eso, la palabra «equipo» adquiere auténtico significado en este Barça. Como los mosqueteros. Todos defienden, todos atacan. No he visto a delanteros presionar más, ni a defensas llegar tan arriba. Sólo falta que Valdés suba a rematar los córners (será porque rara vez el Barça lo necesita). Dentro del imaginario colectivo que nos hace identificarnos a muchos humanos, nos gusta la cooperación, y esa especie de magia que es compartir entre iguales un objetivo común, con un esfuerzo generoso y un apoyo amistoso.
Por mucho que Mou haya encontrado esa excusa, y siendo uno de los pequeños y pocos «peros» que le pondría al FCB, creo que hay que perdonarles el «cuento» que le echan Busquets, Alves, Iniesta y compañía al sufrir algunas faltas. Al fin y al cabo, es un mal común (que levante la mano el equipo que no tiene unos cuantos jugadores que hacen lo mismo siempre que pueden). Pero es cierto que rechina ese acto de deshonestidad en un grupo tan unido y tan consecuente con los valores humanos y deportivos. Por eso San Mamés es el único campo de España que reprobó a Iniesta. Quizás es para recordarnos que la perfección no existe y que no es bueno idolatrar a nadie. Nadie es perfecto…
En esta época glocal, creo que el Barça ha encontrado un magnífico equilibrio entre lo local y lo global. Unas raíces profundas, un grupo importante de personas formadas y forjadas en la tierra, con valores sólidos, con sensatez en las derrotas y humildad en las victorias. Y unos cuantos ajenos que se integran, aceptan con alegría lo común que aglutina al grupo, y a la vez aportan sus particularidades con orgullo. Quien no sabe respetar estos equilibrios, no puede seguir en este equipo.
Como en todo colectivo humano, es imprescindible el liderazgo. Y este FCB lo ha encontrado en el banquillo, el sitio natural de un líder. Un futbolista hecho entrenador, tan inteligente cuando estaba dentro como ahora en la banda. Fiel a sus principios, atrevido en sus planteamientos, trabajador hasta la médula. Y Guardiola, a la vez (y qué gran ejemplo para algunos), sin querer convertirse en la figura ni en el ídolo.
Pero por encima de todo, este Barça tiene corazón. El de un Xavi, para mí el epicentro y mayor figura de este equipo (y espero que con el tiempo la Historia se dé cuenta de que Xavi Hernández merece ser considerado en el grupo de los mejores futbolistas de todos los tiempos), que prefiere que los demás jueguen a brillar él; que disfruta en la gloria de sus compañeros, que llega el primero a felicitar a quien ha marcado. El corazón de un Carles Puyol que se entrega por completo en el campo, desde una pausa y un equilibrio vital poco común fuera del campo. El de un Andrés de pueblo de España profunda que sigue siendo fiel a sus valores tradicionales, a su gente. El de un Abidal que tras superar con tanta fuerza su enfermedad, descubre la importancia de sustituir el elitismo de sus coches de marca por la solidaridad de compartir con los que lo necesitan. La victoria de la coherencia de las personas sutiles frente a la superficialidad de la apariencia de esta sociedad de consumo que crea tantos pseudohéroes sin sustancia. Al Barça no podría patrocinarle telecinco. [lástima de cambio a Catar, por cierto]
Tantos gestos y detalles del corazón pueden más que todas esas maravillas en el campo. O quizás, esas maravillas lo son gracias a que los que las hacen tienen esa grandeza interior.
No me gusta idolatrar. Pero creo que en este Barça honesto, creativo y profundo podemos encontrar muchas claves para los cambios que esta sociedad, tan terriblemente herida, necesita. Necesitamos volver a encontrar valores consistentes que sustituyan a la felicidad falsa que nos hemos querido contar, de dinero de plástico, héroes de pacotilla, y progreso vacío, como los agujeros del ladrillo.
PS
Y por si faltara corazón, la love-story de Piqué y Shakira… dure más o menos, da gusto verles tan enamoraditos… 🙂