Igual que la belleza
del azul del cielo
manchado de blanco por las nubes
que se deja entrever
a través de las ramas del árbol en flor,
es la belleza del alma
herida por los años,
mas aún entusiasmada por la vida;
cansada de tropiezos,
mas henchida de alegrías;
tentada por los caminos fáciles
y los ejemplos cínicos,
mas convencida de su propio camino,
confiada en la verdad de su existencia.
La belleza del presente,
del dulce respirar,
la tibia sonrisa,
el esponjoso abrazo,
la limpia mirada.
En el mismo preciso lugar
en que desaguan nuestros errores,
aparece preciosa la gracia,
con la bendición de la consciencia.
El universo en cada ser.
Y en cada uno, está el todo.