Entre las colmenas dormidas
en el tierno manto de la noche
llegué hasta el río,
pequeño manantial de aguas limpias,
eterno caudal de vida nueva.
Y sin saber muy bien de dónde vengo
ni por qué vine hasta aquí
encontré tu cara en medio de las piedras
y tu sonrisa saliendo de la espuma.
¡No puede ser verdad!
Pero lo es.
Parezco estar soñando,
mas me pellizco, y resulto estar despierto.
Ese tímido sonido que me guió hasta aquí
es el que ahora me dice
«no te vayas…
Hay mucho por crecer,
y mucho por crear,
hay mucho por creer
y mucho por amar,
en este río.»