Más o menos todos sabemos, o intuimos, que las palabras son importantes.
El lenguaje es una de las herramientas más elaboradas que como seres humanos utilizamos, y en maneras a menudo inconscientes, las palabras que decimos marcan nuestra vida.
Por eso es especialmente importante elegir bien cuánta importancia damos a los artículos que leemos y las noticias que escuchamos; y elegir bien las palabras que nos ponemos en la cabecera de la cama, en la mesilla de noche, en el salvapantallas del ordenador; las expresiones que soltamos en nuestras reacciones, exabruptos, cabreos…
Hoy me propongo y os propongo traer a nuestro presente una palabra que creo se usa mucho menos de lo que deberíamos. Me encanta acudir a la RAE:
entusiasmo.
(Del lat. tardío enthusiasmus, y este del gr. ἐνθουσιασμός).
1. m. Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive.
2. m. Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño.
3. m. Furor o arrobamiento de las sibilas al dar sus oráculos.
4. m. Inspiración divina de los profetas.
5. m. Inspiración fogosa y arrebatada del escritor o del artista, y especialmente del poeta o del orador.
Casi nada ¿eh? Así que no se me ocurre hoy mejor deseo, para mí y para vosotros:
¡Vivamos con entusiasmo!
PS
¡Gracias, Enrique! 🙂