Cada vez que somos reconocidos tal y como somos, hay paz y alegría.
Cuesta tan poco reconocer… a uno mismo, a los demás. Y sana tanto.
Queridx amigx… Te reconozco.
Y te invito a un juego. En el próximo día, reconoce, tal y como son, al menos a tres personas de tu entorno, de tu mundo, de tu círculo. Tres personas a las que tu intuición te diga que lo necesitan. Exprésaselo. Sé auténticx. No te quedes a medio gas… sé total.
Y date también el permiso de ser reconocidx. Si nadie lo hace, hazlo tú. Uno mismo es el primer responsable de regalar.
El poder, y la necesidad, del reconocimiento, como leit motiv en el hombre bicentenario, una de esas joyitas escondidas de Robin Williams. (1:20 a 1:50 en el vídeo)
El Hombre Bicentenario - Escena final