(Léase con esta música de fondo:) 🙂
En la alegría
y en la adversidad,
en los claroscuros de la vida,
mira.
Mírate.
Mira a tu compañero,
a tu compañera.
Sus ojos, su corazón,
sus manos, sus labios.
Su sonrisa, su ceño.
Consigue que tu mirada
llegue más adentro de su alma.
Dile
“Te veo”.
Te veo como eres.
Como eres te quiero.
No quiero la proyección de mis fantasías
ni la mami o el papi que me haga la vida
cómoda y segura que ansiaba en la niñez.
Te veo, y así te quiero.
Te quiero libre,
te quiero plena, pleno,
tus alas al viento,
despojada tu mochila,
descansando a veces de tu vuelo.
Desatado, desatada,
siendo tú,
tan grande como la vida.
Admiro esa grandeza,
tu coraje, tu pasión,
tu belleza,
admiro y venero tus ganas de vivir.
Te veo y me deleito.
Y entro en mi amor
pregunto a mi corazón
y escucho la respuesta.
Y sé que eres tú
a quien elijo ahora.
Y uniéndome a ti,
escucho la tentación de posesión
y digo… ¡no quiero!
No eres mío,
no eres mía.
Eres de la vida.
¡No te tengo!
Tan solo te quiero.
Tanto, te quiero.
Amada,
amado,
no dejes nunca, por mí, de volar.
Nunca renuncies a tus sueños.
Si alguno tienes que vivirlo por tu cuenta
aquí te esperaré cuando retornes.
Si alguno quieres compartirlo con los míos
aquí los tengo abiertos,
listos para encajarlos en los tuyos.
Amado,
Amada,
no permitas nunca que me duerma,
que por despiste me desconecte
de la existencia.
Te doy permiso.
Permiso para que me llames,
me avises, me grites,
si la comodidad me hace perderme,
si me olvido de estar presente,
si dejara de escucharme,
si dejara de escucharte.
Y por favor,
amado,
amada.
Sé tú mismo,
sé tú misma,
Sé auténtica,
sé auténtico
para que todos veamos maravillas.
Se fiel a ti.