El éxito como meta… ¿qué éxito?

Llevo unos años reflexionando sobre el sitio que el éxito tiene en nuestra sociedad. Hoy he leído un párrafo de Krishnamurti que me toca además como docente y como padre:

«Mientras el éxito sea nuestra meta, no podemos liberarnos del temor, porque, el deseo de triunfar, inevitablemente engendra el temor al fracaso. Por eso a los jóvenes no se les debe inculcar el culto al éxito. La mayor parte de la gente busca el triunfo en una u otra forma, ya sea en una cancha de tenis, en el mundo de los negocios, o en la política. Todos queremos estar en primer puesto, y ese deseo crea constante conflicto en nosotros mismos y con nuestros vecinos; nos lleva a la rivalidad, la envidia, la animosidad y finalmente a la guerra.»

De «La educación y el significado de la vida» (que por cierto, no tiene desperdicio y merece la pena por completo)

Así que no puedo dejar de reprogramarme para evitar que resolver bien los exámenes, codificar bien los algoritmos, implementar bien los proyectos, y demás elementos profesionales valiosos, no sean exclusivos en mi faceta evaluadora como docente, en mi faceta mentora como padre, en mi propia actuación personal. El gran profesional solo lo es cuando es de base una gran persona. La coherencia, la empatía, la constancia, la entereza, la honestidad, la templanza, la resiliencia, son al menos tan importantes como las competencias técnicas. Más.

Viéndolo de otra forma, creo que debemos redefinir el éxito como la medición del proceso más allá del resultado. Y como la aportación al bien común más que como la superación a los demás.

Creo que cada año lo digo más en mis clases. «Cultívate y crece como profesional. Cultívate y crece más como persona.»

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