La vida es un tránsito.
Un tránsito del YO. Ego-ista, ego-céntrico
Entre un punto de inicio que no se sabe si empezó antes de nacer… y un punto de final que no se sabe si acabará o no después de morir.
Aunque todo lo que de momento está demostrado nos indica que empezó al nacer, y acabará al morir…
Y es obvio que este tránsito no es simétrico. No nos preocupa demasiado que no hubiera nada antes de nacer… pero nos agobia existencialmente que no haya nada después de morir.
Y como no hay posibilidad, hasta que la ciencia ficción siga siendo ciencia y deje de ser ficción, de volver atrás el tiempo, el tiempo fluye en solo una dirección.
(Mi tiempo fluyó en la dirección 50… y ahora fluye en la dirección 51)
En el tránsito del camino, algunos permanecen y otros desaparecen, a veces con calma y a veces con dolor. Y el trabajo difícil es acoger con Amor tanto a unos como a otros.
Solo desde la grandeza del corazón podremos cambiar para bien el mundo.
Amar mucho a quien te ama es un deber. Amar a quien ya no te ama… es un reto para poder dejar el mundo un poco mejor que como nos lo encontramos.