Comparto este meme de mi compañera Almudena Eizaguirre…
cuyo post podéis leer aquí, y añado una idea que me encanta, la de la artesanía.
El/la artesano/a hace con un sello personal, y transmite su oficio desde el amor a él, con amor a él, por amor a él.
El vínculo emocional con los estudiantes me parece esencial, pero creo que hay que reinvindicar también el vínculo emocional con la profesión que ejercemos y transmitimos. Ese vínculo que creaba gremios de maestros en el Renacimiento, ese aprender un oficio desde la emoción, y no desde la desvinculación industrializada (¿despersonalizada?) en la que a veces hemos convertido el proceso educativo.
Enseñar la materia –x– no debería ser (solo) dar un «label» cumpliendo un «programa»… sino transmitir, propagar, invitar por ósmosis al gusto por –x–.
Hablamos mucho de educar para los estudiantes, y estoy de acuerdo. Pero reivindico educar en nuestra materia con entrega, con entusiasmo. Con «devoción».
Cuán diferente se aprende del funcionario repitiendo su proceso, que del artista entregado a su pasión. Cuán diferente es la impronta.
Y todo esto, lo escribo desde el profesor que me gustaría ser… no desde el que a menudo soy 😉