Hablando el otro día con Ander al respecto de las decisiones…
Comentábamos que es bueno decidir con el corazón, pero creo que mucha gente llama «corazón» a lo que realmente es otra cosa: condicionamientos, historia, emociones. Estábamos de acuerdo en que eso es más bien decidir con las «tripas».
Y por desgracia, la mayoría de las decisiones se toman insconscientemente con las tripas, y luego simplemente se justifican con la razón, que siempre está disponible para mirar solo allí donde le interesa (sesgo de confirmación).
Así que puestos a recomendar…
Viva la consciencia.
Viva el corazón (el entusiasmo, la energía soñadora y realizadora, la creatividad, la compasión, el bien para el individuo y para el colectivo… cuando el corazón no está presente, el ser humano corre el riesgo de convertirse en su peor versión).
Viva la mente lógica (objetivar pros y contras, contrastar hechos vs. ilusiones, refrendar la experiencia y el conocimiento; es la base de la ciencia y de la evolución del ser humano como especie).
Cuando decides con el corazón, pregúntate si realmente lo es.
Una vez que esté claro, toma tu decisión desde el acuerdo del corazón y la cabeza.
Si no se ponen de acuerdo…
pospón hasta que lo estén;
y si la decisión corre prisa
dale la autoridad al que en ese momento esté más sano de los dos. 🙂